lunes, 29 de abril de 2013

Bartolome Mitre


Nació en Buenos Aires el 26 de junio de 1821. Paso su niñez y su pubertad en Carmen de Patagones y luego en una estancia de un hermano de Juan Manuel de Rosas.
La familia Mitre tuvo que exiliarse en Montevideo debido al gobierno de Rosas. Allí, el joven Mitre, ingreso a la Academia Militar situada en el Fuerte San José y fue allí donde se especializo en artillería. Participo en luchas civiles enlistándose con los unitarios comandados por Rivera. Luego estuvo a las órdenes de José María Paz formando parte de decisivas batallas como la de Arroyo Grande.
En 1837 ingreso en la Escuela de Periodismo y empezó a publicar sus poemas en el “Diario de la tarde” al mismo tiempo que estudiaba historia, ciencia, religión, filosofía y temas militares en español, francés, ingles, italiano y portugués.
Durante el sitio de Montevideo por parte de los porteños, el presidente uruguayo Fructuoso Rivera empezó a oprimir a los exiliados argentinos en Uruguay. Por esto Mitre tuvo que irse a Corrientes, donde no se pudo establecer debido a la gran presión resista que allí se ejercía; más tarde en Rio de Janeiro; luego en Bolivia, de donde se fue debido a la guerra civil; Perú y Chile, a donde llego en 1849.

Los primeros cargos públicos

 Cuando Urquiza lanzo el pronunciamiento contra Rosas en 1851, Mitre se incorporo al Ejercito Grande al mando del regimiento de artillería. Cuando triunfaron en Caseros se le dio el grado de coronel.
En mayo de 1852 fue elegido miembro de la Sala de Representante de Buenos Aires y desde allí se convirtió en un ferviente opositor del Acuerdo de San Nicolás, cosa por la que fue separado del Congreso Constituyente y Buenos Aires se separo de la Confederación Argentina. Después de este suceso, Mitre fue elegido miembro de la Legislatura en 1854. Luego fue designado ministro de gobierno y relaciones exteriores.
El Congreso autorizo al general Urquiza incorporar a Buenos Aires sea como sea a la Confederación; esto Buenos Aires lo vio como una declaración de guerra. Mitre recibió el grado de general y la dirección del ejercito de la provincia. Las fuerzas la provincia y la Confederación chocaron en la cañada de Cepeda el 23 de octubre de 1859, en la que los confederados salieron victoriosos. El 11 de noviembre de 1859 se firmo el “Pacto de San José de Flores”, en el cual Buenos Aires se incorporaba al resto de las provincias con la condición de realizar una reforma constitucional.
Mitre como presidente 
Las relaciones entre la Confederación y Buenos Aires se tornaron tensas nuevamente cuando se realizaron las elecciones para diputados según las leyes porteñas que contradecían a la constitución. Los representantes electos fueron rechazados por el Congreso, lo cual encendió nuevamente la llama de la guerra civil. El 17 de septiembre de 1861 los confederados y los porteños se enfrentaron en el arroyo Pavón, del cual las tropas de Mitre resultaron victoriosas mientras que las de Urquiza se retiraron hacia Entre Ríos.

Su ascenso al poder y presidencia

El presidente Santiago Derqui se retiro hacia la provincia de Santa Fe después de la batalla y allí firmo su renuncia el 5 de noviembre, dejando acéfalo el poder ejecutivo.
Después de derrotar una vez a los confederados en Cañada de Gómez el 22 de noviembre de 1861, Mitre marcho hacia Buenos Aires mientras que el vicepresidente Esteban Pedernera disolvía las autoridades residentes en Paraná mediante un decreto del 13 de noviembre.
Se le confió el poder ejecutivo a Mitre con la esperanza de que convocase a un congreso que eligiera a un nuevo mandatario. Dicho congreso eligió a este para ser el nuevo presidente de un estado unificado junto con su vicepresidente, Marcos Paz.
Durante su mandato se lograron varias cosas:
  • La cuestión capital: durante su gestión, la ciudad de Buenos Aires fue asiento del gobierno nacional y provincial por la “Ley de Compromiso”, sancionada el 1º de octubre de 1862. Dicha ley provoco una división en la sociedad porteña entre “nacionalistas”, liderados por Mitre, y “autonomistas”, encabezados por Adolfo Alsina.  
  • Justicia: fue organizada la Corte Suprema de Justicia y se crearon varios juzgados federales en las provincias. Se encargo al doctor Carlos Tejedor la redacción del Código Penal.
  • Economía: se reorganizo el Banco de la Provincia y se fiscalizó la emisión de la moneda para evitar la pérdida de valor. Se nacionalizo la Aduana del puerto de Buenos Aires y se derogo la legislación mercantil colonial. Se aprobó el Código de Comercio y se inauguro la Sociedad Rural en julio de 1866.
  • Educación: se envió subsidios a las provincias para la fundación de escuelas y se creó la “Comisión de instrucción pública”. En 1860 se inauguro la escuela primaria “Catedral del Norte” y se fundó el “Colegio Nacional de Buenos Aires” sobre los cimientos del Colegio de San Carlos.
  • Conflictos con el interior: Mitre tuvo que enfrentar la oposición de los autonomistas y de las montoneras de interior encabezadas por el riojano Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza, cosa que entorpeció su gestión.     

Para 1862 la guerra civil se cernía nuevamente sobre la provincia de Catamarca, San Luis y San Juan, a cuyo gobernador, Domingo Sarmiento, se le encomendó la dirección de la guerra.
El 20 de mayo de 1863 las tropas de Peñaloza fueron vencidas por las fuerzas nacionales comandadas por Ambrosio Sandes en el combate de  Lomas Blancas. Un mes después fue nuevamente vencido el Las Playas. En noviembre de 1863, Peñaloza fue asesinado en Olta.
Nuevos conflictos se dieron a fines de 1866 en Cuyo con el protagonismo de Juan Saa al mando de cinco mil hombres que marcharon hacia Buenos Aires y fueron vencidos en San Ignacio el 1º de abril de 1867.

La guerra del Paraguay y la Triple Alianza

 En 1844 Carlos López fue nombrado presidente del Paraguay y comenzó un amplio programa de rearme del ejército y la flotilla, dado a sus poderosos vecinos y las cuestiones de límites con ellos. Todo esto provoco conflictos entre ellos. Durante varios años ese país tuvo problemas con Brasil por la posesión de Mato Grosso, territorio que fue ocupado por las fuerzas brasileñas en la década de 1860; y con Argentina por el territorio del Chaco y Misiones. Desde 1862 gobernaba el mariscal Francisco Solano López en sucesión de su padre y este inicio su avance sobre los territorios en litigio; además de aislarse económicamente, lo cual dificultaba el comercio internacional y los intereses británicos en América.
En 1854 una revolución del Partido Blanco derroco al presidente Venancio Flores del Partido Colorado, aliado de Argentina y Brasil, e impuso como nuevo mandatario a Bernardo Prudencio Berro, enemigo del imperio del Brasil; mientras que Flores se exiliaba en Argentina recibiendo apoyo de Mitre. En 1863 Venancio avanzo sobre Uruguay con el apoyo de Brasil y nuestro país para deponer a Berro, protegido por Solano López, quien invadió el Mato Grosso.
Argentina decidió mantenerse neutral a esto y cuando López pidió permiso para cruzar Corrientes para invadir Uruguay, Mitre se negó y el mariscal paraguayo declaro la guerra a nuestro país en marzo de 1865. El 14 de abril las tropas paraguayas tomaron Corrientes y derrocaron a su gobernador, partidario mitrista, comenzando así la guerra. El 1º de mayo de 1865 se firmo el “Tratado de la Triple Alianza” entre Argentina, Brasil y Uruguay.
Las tropas aliadas, al mando de Mitre, se concentraron en Entre Ríos para marchar al norte y las fuerzas navales, al mando del vicealmirante brasileño Vizconde de Tamandarí, remontaron el Paraná hasta Riachuelo, donde bloquearon a los barcos paraguayos y los derrotaron el 11 de junio de 1865 ganando el dominio del Paraná. Al mismo tiempo, las fuerzas del paraguayo Pedro Duarte eran vencidas en Yatay el 17 de agosto de 1865 por las tropas aliadas de Venancio Flores.
Para abril de 1866, el general Mitre al mando de 60 mil soldados cruzo el Paraná por “Paso de la Patria” ingresando al Paraguay. Las fuerzas vencieron a José Eduviges Díaz el 2 de mayo de 1866 en Estero Bellaco y al propio López cuando ataco sus campamentos en la loma de Tuyutí el 24 de mayo. Fue entonces que López tuvo que organizar su ejército y hasta incorporar a los esclavos.
Después de esto, el mariscal López ordeno varios ataques sorpresivos como el de Yataití Corá, el 10 de julio de 1866, y Boquerón, el 16 de julio. El presidente paraguayo pidió audiencia con Mitre el 12 de septiembre, pero este ultimo consulto con los aliados y Brasil se negó rotundamente. Los aliados siguieron su paso, pero fueron derrotados en el fuerte de Curupaytí el 22 de septiembre, sin embargo se recuperaron con la toma del fuerte de Humaitá después de su abandono el 24 de julio de 1868 dejando libre la entrada al Paraguay.
López se replegó a las defensas naturales del Rio Pikisiri, pero fueron derrotados por las tropas comandadas Andrés Gelly y Obes en Lomas Valentinas el 27 de diciembre de 1868 después de una férrea resistencia que comenzó el día 21. Mientras pasaba esto, López huyo hacia la frontera con Brasil junto con 500 hombres y se enfrento con los 1500 soldados al mando del general Antonio Correa Da Camara en Cerro Corá el 1º de marzo de 1870, donde fue asesinado. El 1º de enero de 1869 fue tomada Asunción y la guerra técnicamente había terminado con la muerte de López.
Terminada la guerra, se reunieron los representantes de la Triple Alianza para delinear límites y Brasil pacto por separado con el gobierno del Paraguay, quien entrego sus territorios. La población paraguaya quedo diezmada al igual que su economía por tener que pagar costas de guerra pidiendo préstamos a la banca inglesa.

Últimos cargos públicos

En 1869 fundó el diario “La Nación”, que empezó a publicarse el 4 de enero de 1870 y lo dirigió hasta su muerte.
Cuando Sarmiento terminaba su mandato y los principales partidos (el nacionalista y el autonomista) buscaban candidatos a la presidencia ya que los dos líderes eran rechazados por ser porteños (Mitre y Adolfo Alsina). El partido autonomista retiro la candidatura de Alsina y apoyo la del tucumano Nicolás Avellaneda, la cual triunfo en las elecciones del 14 de abril de 1874. Los mitristas, que solo habían ganado en Buenos Aires, Santiago del Estero y San Juan, gestaron una revolución que estallo el 24 de septiembre de 1874 y, luego de varios combates, fue sofocada. Mitre tomo toda la responsabilidad y quedo preso en Lujan hasta que el presidente Avellaneda lo indulto en 1875.
En 1880 sofoco una revolución encabezada por Carlos Tejedor, quien negocio con Mitre la capitalización de Buenos Aires, puesto que el primero se oponía a esto.
Fue un opositor al “unicato” impuesto por el presidente Miguel Juárez Celman y por eso fue uno de los fundadores de la “Unión Cívica” junto a Leandro Alem, Vicente Fidel López y Aristóbulo del Valle. En 1891 fue proclamada la formula Mitre-Bernardo Irigoyen, la cual fue desbaratada por los contactos del general Julio Roca. El presidente Pellegrini y Roca negociaron con Mitre y los convencieron de que cambiara a Irigoyen por José Evaristo Uriburu, lo cual provoco la división de la Unión Cívica: la U.C. Radical, liderada por Alem, y la U.C. Nacional, integrada por mitristas y autonomistas. Luego de esto Mitre renuncio a la candidatura y fue reemplazado por Luis Sáenz Peña.
En 1894 fue elegido senador nacional y reelecto, pero renuncio a su banca en 1902. Murió el 19 de enero de 1906 en Buenos Aires.  

Principales civilizaciones precolombinas


Mayas 
  • 3113 a.C.: fecha convencional del inicio del calendario maya.
  • II milenio a.C.- h. 300 d.C.: época preclásica.
  • H. el siglo IV a.C.- siglo III d.C.: elaboración de la escritura y del calendario; aparición de estelas y templos.
  • H. 300 d.C.- siglo X: época clásica. Imperio antiguo. Edificación de ciudades-estados en el Petén (Guatemala): Tikal, Uaxactún, Copán, Yaxchilán, Palenque. Lucha por la hegemonía entre los diversos centros. Expansión de los dominios mayas: fundación de Chichén Itzá, Yucatán. Aparición de la metalurgia; construcción de los caminos empedrados; obras de canalización y riego.     
  • Siglo X: incursión de los toltecas. Decadencia de las ciudades del Petén y migración de los mayas al Yucatán septentrional.
  • Siglos X-XVI: época posclásica (imperio nuevo). Fusión entre mayas y toltecas.
  • Siglo X: hegemonía de Chichen Itzá. Fundación de Mayapán, Uxmal y otros centros.
  • Siglo XI: confederación de algunas localidades de Yucatán, llamada “Liga de Mayapán”.
  • Finales del siglo XII: guerra entre Chichen Itzá y Mayapán; victoria de esta última, ayudados por mercenarios de origen tolteca.
  • Siglo XIII-mediados del siglo XV: hegemonía de Mayapán. Predominio del elemento tolteca sobre el maya.
  • Mediados del siglo XV: sublevación de los mayas y destrucción de Mayapán. Fin de la autoridad centralizada. Anarquía y decadencia.
  • 1518: desembarco de los españoles en Yucatán. 
Aztecas
  • Inicios del siglo XIII d.C.: llegada de los mexicas o aztecas al Valle de México.
  • Siglo XIV: los aztecas se establecen en algunas islillas del lago Texcoco, donde fundan las ciudades de Tenochtitlán y Tlatelolco.
  • Segunda mitad del siglo XIV: se convierten en mercenarios de Tezozómoc, rey de los tepanecas de Atzcapotzalco.  
  • 1375 ó 1376-1396: reinado de Acamapichtli, fundador de la monarquía azteca.
  • 1396-1417: reinado de Huitzilihuitl.
  • 1417-1427: reinado de Chimalpopoca.
  • 1427-1440: reinado de Itzcoatl.
  • 1430: los aztecas destruyen Atzcapotzalco y aniquilan el poder tepaneca.
  • 1434: confederación entre Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopán.
  • 1440-1469: reinado de Moctezuma I. expansión del imperio azteca hacia el sur.
  • 1469-1481: reinado de Axayacatl.
  •  1481-1486: reinado de Tizoc.
  • 1486-1502: reinado de Ahuitzotl. El imperio azteca se extiende a los territorios de los actuales estados mexicanos de Veracruz, Guerrero y Oaxaca.
  • 1502-1520: reinado de Moctezuma II. Sublevación de los pueblos sometidos.
  • 1519: Hernán Cortez desembarca en México y llega a Tenochtitlán. Moctezuma II es apresado.
  • 1520: reinado de Cuitlahúac. Los españoles son asaltados y obligados a abandonar Tenochtitlán.
  • 1520-1521: reinado de Cuauhtémoc. Regreso de los españoles. Asedio y destrucción de Tenochtitlán.
  • 1524: Cuauhtémoc es ahorcado por los españoles.   
Incas 
El Imperio Legendario (h. 1200 d.C.-1438) 
  • H. 1200 d.C.: el semidiós Manco Capac, descendiente de Viracocha (el creador) y de Inti (el sol), conduce al pueblo inca al valle de  Cuzco, donde se edifica el primer núcleo de la ciudad. Manco Capac es sucedido en este orden: por Sinchi Roca, Lloque Yupanqui, Mayta Yupanqui, Capac Yupanqui, Inca Roca, Yahuar Huacac. Durante el reinado de estos soberanos, los incas someten los pueblos del valle de Cuzco. A Yahuar Huacac le sucede Viracocha Inca, que extiende su dominio. Les sigue Cusi Yupanqui, que toma el nombre de Pachacuti.   
El imperio histórico (1438-1533) 
  • 1438-1471: reinado de Pachacuti Inca Yupanqui.
  • 1471-1493: reinado de Topa Inca Yupanqui.
Con estos dos soberanos, el imperio inca alcanza su máxima extensión. Desarrollo urbanístico de Cuzco, su capital.
  • 1493-1525: reinado de Huayna Capac. Rebelión en todo el imperio, que se divide entre los dos hijos de Huayna: una parte, con Cuzco como capital, es entregada a  Huascar, la otra, con capital en Quito, es dada a Atahualpa.
  • 1525-1532: Huascar mantiene el titulo imperial. Guerra civil con Atahualpa y victoria de este último, que hace apresar a su adversario.
  • 1530: Pizarro zarpa de Panamá con 180 hombres para conquistar al imperio inca.   
  • 1532-1533: reinado de Atahualpa.
  • 1532: Atahualpa es apresado alevosamente por Pizarro; logra, sin embargo, transmitir la orden de matar a Huascar.
  • 1533: ejecución de Atahualpa. 




viernes, 26 de abril de 2013

La Ejecución de Sacco y Vanzetti


“Solamente quiero decirles que soy inocente, que nunca cometí un crimen, a pesar de que algunas veces incurrí en errores….soy inocente de todos los crímenes; no solo de este, sino de todos. Soy un ser humano inocente” fueron las palabras de Bartolomé Vanzetti, de 39 años de edad, inmigrante italiano y de profesión vendedor ambulante de pescado, a las cero horas y veinte minutos del día 23 de agosto de 1927 al momento de sentarse en la silla eléctrica. A continuación, se dio la orden de activar la descarga que terminaría con su vida.
“¡Viva la anarquía!” había gritado allí diez minutos antes, previos a su muerte en la misma silla, Nicola Sacco, de 36 años de edad, de profesión zapatero y origen italiano. Su cadáver se encontraba, detrás de un biombo, en una camilla verde dispuesta en aquella sala de ejecución.
La electrocución se llevo a cabo en la prisión de Charlestown, Massachusetts (EE.UU.), fuertemente custodiada por unidades policiales pertrechadas con fusiles y vehículos blindados. El despliegue represivo, sin embargo, no impidió que en las inmediaciones de la cárcel se reunieran miles de manifestantes que consideraban que el proceso contra Sacco y Vanzetti, militantes anarquistas, había estado plagado de irregularidades y que las pruebas aportadas en contra de ellos no eran suficientes.
Fotografia de Sacco y Vanzetti
Los dos inmigrantes italianos habían resultado condenados luego de ser declarados culpables del asesinato de Frederick Parmentier, cajero de la fábrica de zapatos Slater & Morril, con sede en South Braintree, Massachusetts, y del guardián Alessandro Barardelli, ocurrido el 15 de abril de 1920.
Los hechos
La detención de Sacco, que llevaba un revolver, y Vanzetti tuvo lugar el 5 de mayo de 1920, cuando se encontraban en una auto que había sido visto en las cercanías del lugar donde se había producido el doble asesinato. Ajenos al crimen, lo que realmente preparaban los dos arrestados era la organización de los actos de protesta por la muerte del anarquista Andrea Salcedo que, según las autoridades, se había “suicidado” al tirarse desde el piso 14 de las dependencias policiales en las que estaba detenido.
Después de que, el 14 de julio de 1921, un jurado declarara culpables a Sacco y Vanzetti de los asesinatos cometidos en South Braintree,  se sucedió un periodo de seis años en el que su defensa presento diversas mociones para la aportación de nuevas pruebas e interpuso varios recursos. Esto hizo que Alvan Tufts Fuller, gobernador de Massachusetts, nombrara para estudiar el proceso a un comité compuesto por Abbott Lowell, rector de la Universidad de Harvard; Samuel Wesley Stratton, director del Instituto Tecnológico de Massachusetts, y Robert Grant, ex juez. Luego del informe, el 3 de abril de 1927, el magistrado Webster Thayer sentencio a muerte a Sacco y Vanzetti.
Escándalo internacional
Protesta en contra de la sentencia 
 Sin embargo, la creencia de que la sentencia se debía a una maniobra político-judicial por su condición de inmigrantes y anarquistas hizo que el caso alcanzara dimensiones internacionales y que en todo el mundo se produjera numerosas manifestaciones de apoyo. Madame Curie, Dorothy Parker, Albert Einstein, Máximo Gorki y Bertrand Russell, entre otras personalidades, se sumaron a las movilizaciones que se llevaron a cabo para reclamar la libertad de los acusados.
“No tuvieron un proceso justo, porque tanto el juez como el fiscal tenían prejuicios contra los extranjeros y los disidentes, porque en el juicio domino un clima de histeria política. Se debe limpiar de manchas e injurias, para siempre, el nombre de sus familias y el de sus descendientes” fueron la palabras que pronuncio el 23 de agosto de 1977, en el aniversario 50 de la ejecución, Michael Dukanis, gobernador de Massachusetts, y candidato demócrata a la Casa Blanca en 1988, para reivindicar la memoria de los dos inmigrantes italianos.
Años más tarde, en 1977, se inauguró en la ciudad de Boston un bajorrelieve en memoria de los dos anarquistas, realizado por el artista estadounidense Gutzon Borglum, autor de las enormes esculturas de los presidentes norteamericanos en el Monte Rushmore, en Dakota del sur.
Borglum decidió esculpir ese bajorrelieve como acto de desagravio por la negativa del de presidente Calvin Coolidge de no conmutar la pena de Sacco y Vanzetti en 1927. Muerto en 1941, el artista ofreció la escultura a Boston en repetidas ocasiones, pero las autoridades de esa ciudad no la aceptaron hasta 1977, cuando ostentaba la alcaldía de la ciudad Thomas Menino, de origen italiano.
Repercusiones en Argentina
 Nuestro país fue uno de los más importantes centros de protesta mundiales por su numerosa colectividad italiana.
Las protestas más cruentas contra la ejecución de Sacco y Vanzetti fueron perpetradas por el anarquista italiano Severino Di Giovanni, quien escribió notas para su diario, Culmine, para el L’Aduanata dei Refrattari, entre otros.
El 16 de mayo de 1926 hizo explotar una bomba en la embajada norteamericana, cosa por la que fue detenido y liberado a las 48 horas. También hizo volar la estatua del general Washington el 21 de julio de 1927.
El día de la ejecución se declara un paro general de trabajadores de 24 horas en Buenos Aires, la cual tiene gran acatamiento popular. Incluso destruyo con una bomba, el 26 de noviembre de 1927,  la tabacalera Combinados ya que la viuda de Sacco le comento en una carta, que le envió después de la muerte de su marido a Severino, que dicha cigarrera planeaba lanzar al mercado la marca de cigarrillos Sacco & Vanzetti. También vuela las sedes de Citibank y el Banco de Boston el 24 de diciembre de 1927.
En diciembre de 1928 el presidente norteamericano Herbert Hoover planea visitar la Argentina  y los anarquistas planean volar el tren en el que viajara pero el operativo es descubierto y los conspiradores son detenidos. 

Los Asirios


En el año 1345 a.C., el rey asirio Asur-Uballit escribía al faraón egipcio Amenofis IV: “estoy construyendo mi nuevo palacio. Mándame suficiente oro para decorarlo con propiedad. Solo me has regalado unos meros talentos. ¡No es suficiente para pagar los viajes de mis mensajeros! Si tu disposición a nuestra amistad es verdadera ¡envíame mucho mas oro! ¡Todo queda en familia! Dime lo que necesitas y yo te lo proporcionare”.


En la epístola, el rey asirio se dirigía al faraón como un igual, una especie de hermano al que se le podía exigir grandes cantidades del precioso metal, lo que no debió agradarle nada a Amenofis. La soberbia del monarca reflejaba su ambición por situar a su país en el mismo rango de poder del que gozaban civilizaciones como los babilonios, hititas y egipcios.   
Relieve de los Leones Alados 
Sin embargo, aun tuvieron que pasar cien años antes de que el rey Tukulti-Ninurta (1244-1208 a.C.) lograra consolidar a Asiria como una gran potencia militar y económica de su época, arrebatando a Babilonia grandes territorios de la baja Mesopotamia y a los hititas, su reino vasallo de Mitani.
En aquel entonces, las fronteras del imperio asirio alcanzaban por el norte el límite de la actual Turquía, gran parte de Siria y áreas muy amplias del sur de Irak. Su capital era Assur, la ciudad sagrada y sede da la divinidad homónima.
Aunque no hay muchos datos sobre la personalidad del dios Assur, los historiadores disponen de un valioso caudal de información sobre el funcionamiento del imperio de Tukulti-Ninurta y su poderoso ejército, una maquinaria bien equipada que estaba constituida por unidades de caballería, carros de combate y soldados armados con arcos y lanzas.
En una tablilla de barro desenterrada en Nínive, el monarca Tukulti-Ninurta alardeaba de sus cruentas hazañas bélicas: “llené con sus cadáveres las cuevas y acantilados de las montañas. Amontoné sus cadáveres, como pilas de granos, junto a sus puertas. Saqueé sus ciudades y las convertí en montañas de ruinas. Así me convertí en señor del extenso territorio de los qutu.”
La Biblia reflejó la belicosidad de un imperio que fue considerado por el pueblo judío como el más brutal y sanguinario sobre la faz de la Tierra. Los hebreos nunca olvidaron los innumerables ataques y deportaciones masivas que sufrieron a mano de los ejércitos asirios, ni tampoco perdonaron la crueldad del rey Sargón II, que en el siglo VIII a.C. destruyo Samaria, capital de Israel.
Si la caballería y las unidades de carro de combate asirios resultaban letales para sus enemigos, sus fuerzas de choque adiestradas para la toma de ciudades amuralladas eran las mejores de la época. Hace casi 3.500 años, su ejército utilizaba grandes torres de asalto montadas sobre plataformas con ruedas capaces de destruir las defensas mas solidas de aquellos tiempos.
Ilustración de la ciudad de Ninive
Un relieve de piedra caliza del palacio principal del rey Tiglat-Pileser III (747-727 a.C.) describe la captura por sus tropas de la ciudad turca de Ulpal. La terrible escena muestra a los lanceros asirios ascendiendo por largas escaleras apoyadas contra las murallas. A los pies de estas, grupos de soldados degüellan a los defensores de la plaza. En un segundo plano aparece una imponente torre de asalto y al fondo se aprecia un buen número de enemigos que han sido brutalmente empalados.
No más crueles que otros pueblos de su entorno
 Pese a la crudeza del relieve, cabe recordar que la violencia en el campo de batalla fue algo común en la antigüedad, una época en la que la vida humana valía poco. Muchos arqueólogos aseguran que los asirios no fueron más sanguinarios que otros pueblos del Oriente Próximo. Es cierto que eran unos guerreros feroces, pero también amaban las artes, la jardinería y la arquitectura.
El deseo de Tukulti-Ninurta de ampliar y remozar la antigua ciudad de Assur es buen ejemplo de ello. Además de reforzar las murallas que la protegían de los ataques enemigos, cuyo foso se amplió hasta alcanzar casi 20 metros de ancho, el monarca hizo construir palacios que engalanaron la capital del imperio. En aquel entonces, en torno al años 1230 a.C., Assur pasó a ser la metrópoli económica del mundo, la ciudad más cosmopolita del Oriente Próximo.
Los arqueólogos que han excavado sus restos encontraron numerosas tablillas de arcilla con textos escritos en caracteres cuneiformes que incluyen listas de reyes, relatos de grandes batallas, recetas para la elaboración de perfumes, manuales para la doma de caballos, catálogos de plantas medicinales y cuentos eróticos que narran los amores del dios Marduk (de origen babilónico) y la divina Ishtar, una relación que desato los celos de Zaparnitum, esposa del primero.
Recurrían a cualquier medio para predecir el futuro
 Los asirios practicaron complejas técnicas adivinatorias. Todo lo que abarcaba su universo, desde los planetas hasta las criaturas que se arrastran por la tierra, se interpretaba como un sistema codificado de mensajes sobre el futuro. Debido a las intrigas palaciegas, los monarcas tenían la costumbre de nombrar a un sustituto cuando pensaban que sus vidas estaban amenazadas, pero el peligro no solo venia de familiares insatisfechos o de otros grupos de desafecto. Los asirios creían que los eclipses lunares podían ser letales para la integridad física de sus monarcas. En las fechas poco propicias, los nobles elegían a un pobre hombre que debía ocupar el trono mientras el rey se ocultaba en el interior del palacio. Si los astros de la bóveda decidían que el monarca debía morir, nada mejor que engañarlos y ofrecerles la vida de un sustituto. El elegido debía morir al final de su falso reinado. No contento con estas medidas de seguridad, el rey Tukulti-Ninurta ordeno construir una ciudad a 3 km al norte de Assur para aislarse de los enemigos internos. El gobernante nunca pensó que su propio hijo lo asesinaría años después en su palacio.
Con el final de la antigua dinastía llego la edad oscura
 Para evitar el desmembramiento de Asiria, los herederos de Tukulti-Ninurta mantuvieron el territorio en un continuo estado de guerra, pero sus esfuerzos fueron infructuosos. Después de la muerte del último monarca de la antigua dinastía, Asur-Bel-Kala (1073-1056 a.C.), el imperio se desmorono y comenzó una “edad oscura” que duro varios siglos.
Asiria volvió a florecer como gran potencia regional bajo los reinados de Sanaquerib y Asurbanipal, de 705 a 612 a.C. Fueron casi cien años gloriosos en el que el imperio brillo con fuerza. Su nueva capital, Nínive, quedo bajo la protección de Ishtar, la diosa del amor y la guerra, cuyo rostro barbudo simbolizaba el poderío de aquel pueblo belicoso.
Apenas alcanzo el poder, Sanaquerib tuvo que dedicarse a fondo a terminar con las actividades guerrilleras de Marduk-Apla-Iddina, un hábil estratega que firmo una alianza con Babilonia para activar la resistencia contra el imperio asirio. En respuesta a la revuelta, Sanaquerib puso en el trono babilónico a su primogénito, Asur-Nadim-Sumí, que fue asesinado poco después.
Abatido por la muerte de su hijo, el monarca asirio reacciono con gran violencia. Su ejército tomó Babilonia, ejecutó a muchos habitantes e incendió sus palacios y templos. Es cierto que el señor de Nínive ordeno la mutilación y la muerte de miles de enemigos, pero lo mismo hicieron los monarcas de otros imperios antiguos. Además Sanaquerib tenía sus pequeñas debilidades. Mando a construir un palacio de “alegría, el amor y la felicidad” para dedicárselo a su esposa principal, la reina Tashmetum-Sharrat, “a quien la diosa Belet Ili había agraciado con una belleza que no fue concedido a ninguna mujer”. Este texto aparece en una inscripción grabada sobre la puerta principal de aquel fastuoso palacio.
Luego del asesinato de su primogénito, Sanaquerib designo como nuevo heredero al trono a su hijo Asaradón, una decisión que provoco el resentimiento de sus otros vástagos, que comenzaron a conspirar contra su padre. Ajeno a las intrigas familiares, el monarca concentro sus esfuerzos en la construcción de grandiosas obras hidráulicas que dotaron a Nínive de fabulosos jardines y extensos cañaverales donde vivían jabalíes, ciervos y todo tipo de pájaros. Con una población que rondaba los 120.000 habitantes, la capital asiria se convirtió en el centro neurálgico del imperio más poderoso de la época. Gracias a una inscripción desenterrada en el yacimiento de Nínive, se puede leer un texto milenario que muestra que muestra la magnificencia de aquella gran ciudad:”para que los campos floreciesen, abrí las montañas y el valle con picos de hierro y excave un canal. Yo, Sanaquerib, extendí Nínive, mi capital, amplié sus plazas y construí calles y avenidas tan iluminadas como el día”.
Ocupado en sus tareas de gobernante, el monarca no se percato de la conspiración palaciega que se estaba fraguando contra él y su sucesor Asaradón. Como consecuencia de ello, en 681 a.C., Sanaquerib fue asesinado en la entrada principal de su palacio. Los encargados de alejar los espíritus del mal, dos grandes toros alados de barba rizada que flanqueaban la puerta, poco pudieron hacer para preservar la vida del rey, pero la trama golpista fracasó. Con la ayuda de gran parte de la nobleza, Asaradón se enfrento a sus hermanos y logro afianzarse en el trono. En el año 671 a.C., un gran ejercito asirio escoltado por camelleros árabes, consiguió derrotar a las fuerzas del faraón egipcio Tharka y tomar la ciudad de Menfis, que fue saqueada sin piedad por los invasores. Aquella victoria alcanzo la inmortalidad gracias a una inscripción  que recoge las palabras de Asaradón:”yo puse sitio a Menfis y la conquisté en pocas horas por medio de túneles, brechas y escaleras de asalto; la destruí, derribé sus muros y la incendié. Su reina, su presunto heredero, sus otros hijos, sus posesiones, caballos, incontable ganado mayor y menor, los lleve como botín de guerra a Asiria”.
Una vez reforzado su dominio sobre Egipto, el monarca de Nínive decidió suavizar la presión sobre Babilonia, enemigos tradicional de Asiria; ordeno devolver a la capital los dioses que su padre Sanaquerib había secuestrado y facilito el regreso de los deportados babilónicos a su tierra natal. Asaradón era profundamente supersticioso, pero fue un rey precavido que supo granjearse apoyos para nombrar un heredero al trono. El elegido fue Asurbanipal, cuya coronación como rey de Asiria se produjo en 668 a.C.
Los ejércitos asirios
 Los cien años que Nínive domino el Oriente Próximo fue gracias a su poderosa fuerza militar. En la época de Senaquerib, el ejército se componía de varias unidades. En el primer lugar se encontraba la guardia personal del rey, que tenía al menos un cuerpo de carros de combate y otro de caballería. A estas dos unidades se sumaban otros cuerpos secundarios de guardias del palacio compuesto de caballería e infantería. El ejército regular, comandado por un eunuco, estaba formado por carros de combate, infantería (lanceros y arqueros) y una fuerza de demolición para la toma de ciudades. Las unidades étnicas se componen de hombres provenientes  de los países que fueron invadiendo los asirios. Durante el reinado de Senaquerib se organizo una       unidad de combate egipcia y otras con hombres de Elam, cuya capital, Susa, se encontraba en el territorio que hoy ocupa Irán. Con aquel ejercito bien pertrechado, el pequeño estado asirio domino a las naciones vecinas y transformo el mundo. 
Toma de Tebas y revueltas independentistas babilónicas
Su primera medida política fue volver a invadir Egipto y tomar la ciudad de Tebas, una operación militar que evito las interferencias egipcias en los territorios que actualmente ocupan Siria y Palestina. Sin embargo, Asurbanipal no pudo impedir que se desatasen nuevos disturbios en Babilonia, en este caso unas revueltas independentistas que posteriormente, resultaron letales para el imperio asirio.
Aunque fue un hombre cultivado que apreciaba la literatura y el arte, Asurbanipal ejerció el poder con una gran determinación no exenta de violencia y crueldad. Una pintura muestra al monarca descansando en el jardín de su palacio. A su lado aparece su mujer y un grupo de jóvenes que amenizan con sus canticos el placentero reposo del rey. Al fondo de la idílica composición se puede apreciar un árbol, de cuyas ramas pende la cabeza de un enemigo.
Durante el reinado de Asurbanipal, los artistas asirios mostraron una gran habilidad para representar de forma plástica las figuras que esculpían en sus extraordinarios bajos relieves, algunos de los cuales se puede admirar actualmente en el Museo Británico de Londres. Entre ellos se destaca el famoso de la cacería de los leones, que simbolizaba la protección que prestaba el monarca a sus súbditos ante la influencia de los espíritus malignos.
En aquellas celebraciones, que tenían lugar durante el festival de año nuevo, se soltaban 18 grandes felinos en un recinto vallado. El número de animales sacrificados correspondían a las puertas de acceso que tenia la ciudad de Nínive. Los caminos que partían de ella quedaban simbólicamente asegurados con la cacería ritual de leones.
Los trabajos de excavaciones arqueológicas han desenterrado numerosas tablillas de arcilla con escritos cuneiformes que nos brindan la posibilidad de escudriñar algunas de las consultas que hacían los oráculos de Nínive a sus dioses. En uno de ellos, se puede leer el siguiente texto:” ¿debe Asurbanipal, príncipe heredero del palacio sucesorio, beber esta droga que se encuentra anta tu gran divinidad? ¿Al beber esta droga él se recuperara y sanara? ¿Vivirá y se pondrá bien? ¿Se salvara y se librara?¿saldrá la enfermedad de su cuerpo?¿lo sabes gran divinidad?”. El legado más importante del reinado de Asurbanipal fue su colección de tablillas de arcilla, una especie de biblioteca que custodiaba toda la sabiduría acumulada del pueblo asirio durante siglos. Aquel tesoro documental fue descubierto en 1853 por Hormuzd Rassan, el arqueólogo nacido en Mosul, entonces parte del imperio otomano, que sucedió al ingles Layard en las excavaciones de Nínive.
Después de la muerte de Asurbanipal, todo el esplendor de Asiria se vino abajo como un castillo de naipes. En el año 614 a.C., un líder militar llamado Nabopolasar declaro la independencia de Babilonia y firmo un tratado con Ciaxares, rey de los medos, las tribus de origen nómada asentadas en el actual territorio de Irán. El objetivo de aquella alianza era atacar las principales ciudades asirias. La primera en caer fue Assur, cuya destrucción anuncio el final agónico de un imperio que había gobernado el mundo durante casi cien años gloriosos.
El final
 A continuación, los ejércitos babilónicos y medos sitiaron Nínive durante tres meses hasta que lograron desbordar sus murallas. Luego de una orgia de sangre y fuego, la ciudad fue saqueada y muchos de sus habitantes asesinados. En un gesto de aniquilación ritual y en venganza por la destrucción de Babilonia, Nabopolasar ordeno a sus hombres que inundasen a Nínive. Paradójicamente, los canales que había mandado a construir Sanaquerib para embellecer la ciudad fueron utilizados por sus enemigos para destruirla. De aquella fantástica urbe solo queda un vago recuerdo en las páginas de la Biblia. Los arqueólogos del siglo XIX la rescataron del olvido y los iraquíes la reconstruyeron con orgullo.
Hallazgos arqueológicos de Nínive
 En 1845, el aventurero y arqueólogo ingles Austen Henry Layard comenzó sus excavaciones en la colina de Nemrod. En aquel lugar, muy cercano a la actual ciudad iraquí de Mosul, encontró las ruinas de Nínive, la capital del imperio nuevo asirio, cuyo máximo esplendor correspondió a los reinados de Asurbanipal (668-626 a.C.). Entonces, Nínive era una urbe espectacular:”en la que los comerciantes eran más numerosos que las estrellas del cielo”, según se lee en una tabilla cuneiforme. En ese fabuloso yacimiento arqueológico, Layard desenterró los primeros relieves asirios, entre ellos los que representan reyes asirios sobre carros de combate. También localizo gigantescos toros y leones alados. Después de un reposo milenario, aquellas colosales figuras fueron transportadas por el rio Tigris para alcanzar el puerto donde fueron embarcadas con rumbo a Europa. Las esculturas viajaron por dos océanos, dieron vuelta a África y llegaron sanas y salvas al Museo Británico de Londres, donde actualmente pueden ser apreciadas.
El arqueólogo Hormuzd  Rassan, sucesor de Layard en el vasto yacimiento de Nínive, encontró unas placas de arcilla que contenían el Gilgamesh, la obra literaria más importante del mundo antiguo. Rassan envió aquellas extrañas placas repletas de signos cuneiformes a Londres, donde George Smith las descifro en 1872. Las tablas hablaban de Ut-Napisti, el antepasado común de todos los humanos. El y su familia fueron los únicos que lograron eludir la gran inundación que envió Dios para castigar a los hombres por sus graves pecados. Por orden divina, Ut-Napisti construyo un barco para salvar a sus parientes y a los animales elegidos. El desciframiento de Gilgamesh resulto contener una representación primitiva del Arca de Noé y el Diluvio Universal, que provoco un gran revuelo en la Inglaterra victoriana. El libro sagrado recogía más que solo leyendas, como la que describe el viaje de Jonás a la pecaminosa Nínive, una ciudad que durante siglos fue considerada mítica hasta que Layard la descubrió.   

Las bodas de los Reyes Católicos

“Al señor mi primo, el rey de Sicilia: pues que el condestable va allá, no es menester que yo escriba, sino pediros perdón por la respuesta ser tan grande”. Con estas palabras dirigidas a Fernando de Aragón, que se encontraba en la localidad leridana de Cervera, Isabel de Castilla dio un “si” previo al que ambos pronunciarían mas tarde en la ceremonia de de boda propiamente dicha. Esta se celebro en la “sala rica” del Palacio del Vivero, en Valladolid. El 18 de octubre de 1469 tuvo lugar la ceremonia civil y, al día siguiente, la religiosa.
Antes, luego de largas negociaciones entre Pierres de Peralta, por parte de Fernando, y Carrillo, arzobispo de Toledo, por la de Isabel, se habían fijado las condiciones de la unión. Porque la boda de los Reyes Católicos, cuyo primer encuentro se produjo la noche del 14 al 15 de octubre, tres días antes del casamiento, fue un enlace muy meditado, en el que todo estaba acordado meticulosamente.
En este sentido, la unión de Isabel y Fernando no fue impulsada por amor, sino que fue un matrimonio de conveniencia en el que las partes tenían muy claros sus intereses.
Aragón, Francia, Portugal e Inglaterra veían ventajas en estrechar sus relaciones con Castillas. Por lo tanto, había cuatro candidatos para contraer matrimonios con Isabel: Fernando, príncipe de Aragón y rey de Sicilia: Alfonso V, rey de Portugal; Carlos, duque de Berry y Guyena, hermano de Luis XI de Francia, y un hermano de Eduardo IV, rey de Inglaterra.   
Isabel, de 18 años, se inclino por Fernando, de 17, porque vio en esta unión más posibilidades de acceder al trono de Castilla como heredera de su hermano el rey Enrique IV. Por su parte, Juan II de Aragón, padre de Fernando, quiso casar a su hijo con Isabel porque la alianza con Castilla le confería fortaleza en el enfrentamiento que mantenía con Cataluña y Francia.
Desde los puntos de vista legal y religioso, la unión entre Isabel y el heredero aragonés fue ilegitima. En el primer caso, porque Isabel, al contraer matrimonio con Fernando, contravenía el Acuerdo de los Toros de Guisando que había firmado el 18 de septiembre de 1468 con Enrique IV. El tratado estipulaba que Isabel era la heredera de su hermano, pero también el compromiso de no casarse sin el compromiso de él. Y Enrique IV no aprobaba el matrimonio de Isabel con el aragonés. Se opuso hasta el extremo que cuando Fernando viajo desde Zaragoza hasta Valladolid para la boda, al entrar en tierras de Castilla tuvo que disfrazarse de mozo de mulas para ocultar su verdadera identidad para no ser detenido.
Desde el punto de vista religioso, el enlace no tuvo validez porque estaba falsificada la dispensa papal que se debía presentar al ser primos los contrayentes: Isabel y Fernando tenían como antepasado común a Juan I de Castilla.
La falsificación se llevo a cabo porque. El papa Paulo II, que apoyaba a Enrique IV, no dio autorización para el matrimonio. De hecho, el problema de la nulidad eclesiástica de la unión no se resolvió hasta el 1º de septiembre de 1471, en que Sixto IV dicto la bula dispensatoria Oblatae Nobis. Sin embargo, fue mediante otra bula, la Si convenit, como el papa español Alejandro VI otorgo a Fernando e Isabel, el 19 de diciembre de 1496, el títulos de “católicos”, que el ámbito de la diplomacia se correspondía con el “cristianismo” que ostentaban los reyes franceses.
La unión de los soberanos se simbolizo mediante el yugo y unas flechas que, muchos años después, la Falange española convirtió en símbolo y que formaron parte del escudo nacional español desde el 2 de febrero de 1938 hasta el 19 de diciembre de 1981, en que, junto con la leyenda “Una Grande, Libre”, se suprimieron del emblema estatal.
El origen de este simbolismo se halla en la costumbre que existía de representar los nombres propios mediante el dibujo de objetos cuyo nombre comenzara por la misma letra. Así el yugo correspondía a la “Y” de Ysabel, como se escribía entonces el nombre de la reina, y las flechas tenían que ver con la “F” de Fernando.
Pese a las infidelidades de rey, en el matrimonio de los Reyes Católicos predomino en entendimiento, aunque también es cierto que hubo entre ellos algunas diferencias. Las primeras surgieron cuando, luego de la muerte de Enrique IV, el 13 de diciembre de 1474, Isabel se proclamo reina de Castilla sin contar con su esposo. Los soberanos resolvieron sus desavenencias en la Concordia de Segovia, que sellaron el 15 de enero de 1475 y era un acuerdo para el reparto del poder real.
Tras la muerte de Juan II, el 19 de enero de 1479, Fernando se convirtió en rey de Aragón y se produjo la unión personal, no institucional, de las coronas de Castilla y Aragón. Este fue el primer hito de la historia de la unidad de España, ya que los Reyes Católicos actuaron como lo hicieron previendo que, un día, uno de sus hijos se sentaría en los dos tronos. Antes, sin embargo, debieron poner fin al Tratado de Alcaçovas, a la guerra de sucesión que la muerte que la muerte de Enrique IV había desatado entre los partidarios de Isabel y los de Alfonso V de Portugal.    

Las Naciones-Estados Europeas

La Nación-Estado que surgió en Europa para después extenderse después por todo el mundo, en el periodo comprendido entre finales del siglo XVIII y comienzos del XX , emergió de distintas maneras. En las naciones de tradición monárquica, desde España hasta Escandinavia, gran parte del trabajo de unificación y consolidación ya lo habían realizado los monarcas centralizadores y reformadores. Fue en Inglaterra, Francia, España, Portugal y Rusia donde, luego de la revolución burguesa, la soberanía del pueblo doto de contenido nacional al viejo estado.

En Europa central aparecieron dos grandes estados nacionales, Italia y Alemania, que alcanzaron su unidad entre los años 1850 y 1871. La gran Nación-Estado se formo en ambos casos, partiendo de un núcleo hegemónico, a través de la unificación de Estados más pequeños para construir un conjunto mayor.

En Europa oriental se encontraban los grandes imperios multinacionales de Austria, Turquía y Rusia. Aquí no podía haber compromiso entre pueblo y Estado, y tampoco había posibilidad de utilizar el Estado existente como núcleo alrededor del cual edificar una Nación-Estado; por eso las naciones surgieron segregándose de los grandes imperios. La conciencia nacionalista y patriótica del liberalismo triunfante cristalizo con las primeras independencias producto de las primeras revoluciones románticas (Grecia, en 1822-1830 y Bélgica, en 1831).
Revolucion Francesa de 1848

La chispa revolucionaria también prendió en América, donde muchos países reclamaron su independencia, como Paraguay, en 1811; Argentina, en 1816; Brasil y Ecuador, en 1822 y 1831 respectivamente; y EUA, en 1776.

Conviene precisar que en esta “primavera de los pueblos”, en expresión del historiador británico Eric Hobsbawm, se dio un movimiento de fabricación de naciones, en parte artificial, dirigido por la burguesía consciente y educada, y no por el pueblo; es decir, no existió en todos los casos el espíritu de nacionalismo popular que apareció en el siglo XX.

La unidad italiana

Giusseppe Garibaldi
Si se toma como ejemplo la unidad italiana, vemos como unos soñaban únicamente con asegurar la independencia real de los Estados italianos, eliminando la influencia austriaca, mientras que otros, los menos, pretendían realizar la unidad nacional, pero sin conseguir dar a sus proyectos una forma precisa. Italia había sido denominada como una simple expresión demográfica. El político y escritor italiano Massimo Taparelli, marqués d’Azeglio, decía en 1860: “Hemos hecho Italia; ahora tenemos que hacer a los italianos”. En el momento de la unificación, eran los menos los habitantes que hablaban realmente italiano; el resto se expresaba en idiomas tan distintos que los maestros de escuela que envió el Estado italiano a Sicilia en esos años se los tomo equivocadamente por ingleses. Cuando el político republicano Giusseppe Garibaldi, encarnación del mito guerrillero romántico, entro en Nápoles con sus camisas rojas enarbolando la bandera al grito de ¡Viva Italia¡ el pueblo napolitano pensó que Italia era su mujer.

Por otro lado, como ejemplo del nacionalismo de desintegración, en los tres grandes imperios del oriente europeo mencionados anteriormente, Austria, Turquía y Rusia, se reconocía el hecho de su composición plurinacional. Sus dirigentes habían intentado mantener el equilibrio siempre precario, entre las minorías integrantes de sus Estados. A veces recurrieron a formulas pactistas, como la creación del Estado de Polonia, o la Constitución dualista de 1867 en Austria-Hungría, que terminaron siendo ineficaces.

Las minorías nacionales hegemónicas en cada Estado tendían a absorber a las demás mediante un proceso de aculturación y de represión política. Ejemplos: los intentos de rusificación de Polonia, o la campaña de germanización (la población alemana de Austria dominaba a polacos, rumanos, rutenos, checos, eslovacos, italianos y serbocroatas) y de magiarización (dominaban a eslovacos, rumanos, serbocroatas y búlgaros) en Austria y Hungría, respectivamente. Las minorías descontentas, además, eran fácilmente manipulables por los Estados vecinos en su propio interés, lo que constituía una fuente de revueltas y conflictos armados continuos. El nacionalismo, tanto el de Estado como el irredento, era altamente combustible y fue uno de los desencadenantes de la 1ª Guerra Mundial.

Wilson entra en acción

Woodrow Wilson
Luego de la primera gran catástrofe del siglo XX, el presidente de los Estados Unidos, el idealista Woodrow Wilson, en gran medida el constructor de la paz en 1918, inspiro un nuevo orden internacional. Su idea de paz era una paz de justicia, en una época en a que el imperialismo había llegado a su fin, para crear un nuevo mundo bajos los auspicios de la Sociedad De Naciones. Wilson planteo el autogobierno y la autodeterminación de los pueblos, lo que afectaban, lo que afectaba, sobre todo, a las minorías nacionales de los imperios austro-húngaros y turcos, potenciando, de hecho, la idea del Estado nacional. Pero el idealismo wilsoniano choco contra la realidad del enjambre étnico y lingüístico de los pueblos centroeuropeos y la consiguiente imposibilidad de responder a las exigencias del principio de autodeterminación de los pueblos. Las nuevas formaciones territoriales no resultaron del todo exitosas porque se hicieron en función del reconocimiento de la personalidad nacional de grupos étnicos homogéneos.

El caos de la posguerra

Sin embargo, muchos Estados terminaron con una colección de nacionalidades distintas que tenían poco sentido desde la perspectiva de los principios que las inspiraron. El desmembramiento de estos viejos imperios y la aparición de Estados débiles, aquejado de graves tensiones políticas y sociales, provoco que, hacia 1920, la unidad política y económica de Europa central y oriental hubiera desaparecido. De estos nuevos Estados, muy pocos tenían la fuerza suficiente para resistir por si solos. Desde el punto de vista económico, su situación era peor que antes de la guerra, con la herencia de un atraso pronunciado, al que sumo el caos de la posguerra y la pérdida de un extenso mercado interior.

Al redefinir el mapa de Europa, se prestó poca atención a los factores económicos. Las nuevas unidades territoriales no tenían sentido económico y solo sirvieron para obstaculizar la recuperación. Estos Estados no solo tuvieron que hacer frente a los problemas ordinarios de la reconstrucción, sino que tuvieron que crear nuevas administraciones y economías nacionales a partir de la heterogénea variedad de territorios que habían heredado, tarea realmente difícil por los enfrentamientos étnicos internos, los graves problemas sociales, la pobreza y la ruptura de las relaciones comerciales anteriores.

Luego de la convulsión de a guerra, Europa se encamino a conocer la convulsión de la posguerra: “De una guerra europea puede brotar una revolución, y las clases gobernantes harían bien en pensar en ello. Pero también puede resultar un largo periodo de crisis contrarrevolucionaria, de reacción furiosa, de nacionalismo exasperado, de dictaduras, de militarismo monstruoso, una larga cadena de violencia retrograda”; estas palabras del pensador socialista Jean Jaurès se convertirían en proféticas.

El reajuste territorial no había contentado a nadie. Todo ambicionaban del otro tierras que consideraban injustamente adjudicadas. En el caso italiano la expresión de ese irredentismo agudizo las tendencias ultranacionalistas que pronto desembocarían en el fascismo. Pero fue en la humillada Alemania, y hundida en la crisis económica y social, donde el rechazo de los términos en que se impuso la paz, crearon el clima para el desarrollo de un nacionalismo revanchista y cruel.

Nacionalismo exacerbado

Existía ahora en la región un importante vacío político y económico, vacio que estaba destinado a ser ocupado por una potencia depredadora. Casi desde el principio del periodo de entreguerras, la batalla por el control del Este enfrento a Francia y Alemania, y su resultado final fue el comienzo de la 2ª Guerra Mundial. Alemania intento desesperadamente reconquistar la posición que les había sido quitada con el Tratado de Versalles, impulsada por el deseo de restablecer su categoría de gran potencia mediante la recuperación de los territorios perdidos y la expansión hacia el Este. Como dice el politólogo Karl Bracher, “Alemania alimentaba un exacerbado nacionalismo de nuevo cuño, que termino por teñirse de imperialismo”. Bajo la promesa de una democracia total de masas que barrería a los partidos y encarnaría la unidad del volk (pueblo, en alemán) se creó la idolatría del Estado omnipotente, en un marco conservador y autoritario. Se trataba de una ideología comunitaria basada en supuestos étnicos y racistas, que pasan do desde la xenofobia común en la época hasta el antisemitismo cruel, biológico y racial del nacionalsocialismo.

Aparece la Teoría de Darwin

El moderno antisemitismo se convirtió en el elemento más importante del nazismo y fue utilizado como instrumento para desviar la atención de las dificultades internas y externas. Hizo que el odio hacia los judíos se convirtiera en un antisemitismo político, social y biológico. Desde mediados del siglo XIX se había divulgado el entusiasmo las teorías evolucionistas de Darwin, que dieron lugar a la aparición del llamado darwinismo social. Como principios fundamentales de la convivencia humana y estatal se esgrimían la lucha por la existencia y el derecho del más fuerte, invocando las leyes modernas de la evolución y la selección. En este marco, la historia y el destino de los pueblos aparecían como sucesos biológicos; la calidad y promoción del pueblo y de la raza deciden, como en la naturaleza, la lucha, la selección, la supervivencia y la victoria de un pueblo sobre otro.
Charles Darwin


La doctrina social darwiniana contradecía la idea igualitaria, la idea de una sociedad abierta y móvil. Desarrollo el concepto de cría planificada mediante la selección de los mejores y su unión, junto a la prohibición de mesclas. Estas ideas, popularizadas y vulgarizadas, tuvieron creciente acogida. Bajo las pseudoteorías bilógico-raciales del nacionalsocialismo se desemboco en la política eugenésica y destructiva del III Reich. El Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores alemanes fundamentaba la pertenecía a la nación alemana en base biológicas, no jurídicas. La sangre era fundamento de los derechos y deberes del individuo, y lo que dividía a la población entre alemanes y no-alemanes. El Estado etnicista protegía y desarrollaba la raza aria mediante el cuidado de madres e hijos y la promoción de la cultura física y militar.

La nación alemana

Puerta de Bradenburgo después de la invasión a Berlin
Los no-alemánes quedaban apartados de las funciones públicas, y estaban sujetos a un control que podía llegar, en el caso de los judíos, a la muerte. Además, la existencia de las minorías germanas fuera de las fronteras y la necesidad de expansión determinaron el plan de formación de la Gran Alemania, considerada como la única nación alemana, gobernada por un solo Estado centralizado y dictatorial.

El pensamiento de Hitler descubría un destino histórico consistente en la materialización de la supremacía germánica. El lema que resumía la doctrina hitleriana era “un pueblo, un Estado, un jefe”. El pueblo, alemán, era, para los nazis, una comunidad de razas y sangre, que debía ser liberada de todo “contagio” y que debía conquistar su espacio vital, el Lebensraum. Para ellos, la supuesta superioridad del pueblo alemán justificaba, también, una política exterior imperialista y dominadora de todos los pueblos de raza y cultura alemana perdidos por el Tratado de Versalles, y la necesaria expansión hacia el Este.